miércoles, 18 de diciembre de 2013

28 de diciembre, fun, fun, fun.


Un nuevo día amaneció. Era 28 de diciembre del año de gracia de 2010 y ADICT se reunía a las nueve y media de la mañana para tratar algunos asuntos. El árbol de Navidad brillaba en la sala principal de la sede de ADICT y un belén ocupaba buena parte del ancho hall de entrada. A las nueve y media Javi y José Antonio ya estaban allí, recién desayunados. Y Laura andaba también por allí cerca. Rafa miraba el periódico de la mañana, sentado en un sillón.
A los pocos minutos los miembros del club entraban en el salón de reuniones. Y Lucas fue el primero en hacer una aportación que pasó a los anales de la Historia:
¿A que no sabéis qué día es hoy?
Sí. Jueves respondió Laura
¡El día de los inocentes! exclamó Lucas, con entusiasmo.
Eh, eh, ¡para! dijo Javi, temiéndose lo peor. Si vamos a empezar como siempre, apaga y vámonos. ¡Ni una bromita quiero este año! Ya tuvimos bastante el año pasado.
¿No quieres desayunar, Javi? preguntó Galindo. Un chocolate, recién hecho, caliente, como a ti te gusta… ¡o un café!
Pues dámelo tú, andadijo Javi.
¿Y por qué no lo coges tú? preguntó Lucas.
¡Porque sé que alguna me tienes preparada, como si lo viera! Veneno, matarratas, ácido o cualquier cosaexclamó Javi. No voy a cogerlo, que lo sepas… Además, ya he desayunado. Y muy nutritivamente, además.
Juanjo llegó por allí. Acompañado de Héctor, fue el último, junto con sus compañeros, en hacer su aparición en la reunión.
Buenos díassaludó. Siento el retraso. No he tenido tiempo siquiera de desayunar…
Buenas, Juanjo… ¿un chocolate? ¿Un café?preguntó Lucas.
Pero deja ya el chocolate, hijo mío, que pareces tontole espetó José Antonio. Juanjo aceptó un café caliente de buen grado. Fue hacia la cafetera y cogió la primera taza que vio. Vertió el contenido de la cafetera en la taza pero ésta tenía un agujero perfecto en el centro y el café salió por él, ensuciando el suelo y haciendo que Juanjo pegara un salto del susto… Lucas y Galindo se desternillaban de la risa.
¡Pero seréis…!se enfadó Juanjo, cogiendo una servilleta y limpiando el charco de chocolate que había quedado en el suelo.
¡Bueno, vale, ya basta! exclamó Javi. Creo que estamos aquí para hablar del Caso Voronkov – Vicuña – y compañía, y no para ver vuestras bromas estúpidas, Lucas, así que dejadlo…
¡Alegría, hombre, que es Navidad! dijo Lucas.
Alegría y Navidad te voy a dar yo a ti… en toda la bocamurmuró Javi, por lo bajo.
Lo que espero sinceramente es que nadie utilice el timbre dijo Galindo.
¡Pero si nosotros no tenemos timbre! exclamó Laura.
Ahora sí… dijo Lucas, poniendo en su rostro una maligna sonrisa.
No me lo digas. ¿Electrocución, tal vez? ¿O me equivoco? preguntó Javi, con sarcasmo. ¡Pues ve quitándolo porque espero una visita importante!el gesto de sarcasmo tornó inmediatamente en uno de enfado, y fulminó a Lucas con la mirada.
No hizo falta que lo quitara nadie, porque nada más decir aquello unos alaridos horribles se escucharon en la sala principal. Rafa salió temiéndose lo peor, pero no era del timbre, sino que vio a un ser horrible, gimiendo y dando unos gritos espantosos…
Javi y José se acercaron al tipo del disfraz. José le arrancó la horrible máscara de la cara, una máscara verde deforme, con ojos rojos, unos pelos larguísimos y unas orejas picudas terribles. Y allí estaba Marco...
¡Marco! ¡Me cago en la Orden, estabas más guapo con la máscara del Grinch! exclamó Javi.
¡Inocentes, inocentes…!empezó Marco, riéndose a carcajadas; pero no consiguió el efecto deseado, porque allí le miraban todos con cara rara. Javi estaba a punto de matar a alguien. Viendo que no se reía nadie, cesó en el intento de hacer gracia. ¿Pero qué pasa aquí? Vaya caras…
Es normal, en los últimos tiempos no piensan nada más que en liquidarnos a todos por ahí fuera dijo Javi. Pero bueno, tú sigue dedicándote a lo tuyo, que es hacer el anormal, y muy bien que lo ha…
No había terminado de hablar cuando un estruendo sacudió el exterior.
Vaya un petardazodijo Sergio, asomándose por la ventana.
¡BOUM! ¡Otra explosión! ¡BAM! ¡Otra más! Rafa se metió a toda prisa bajo una mesa, Lucas se refugió tras el portal de Belén, Javi y Laura sacaron sus pistolas y se apostaron contra la pared, al lado de las ventanas, y Sergio corrió a la sala de control… ¡Y bum, otra explosión!
¡¿Pero qué pasa?! bramó Javi, mirando fuera a través de la ventana.
¡Es que esto son nuestras costumbres frikis para los nuevos juegos shooter de Año Nuevo! decía Marco. En lugar de regalar libros y cosas así, pegamos bombazos… armamentos, hay que gastarlos, ya sabéis… Y Guille me está haciendo su regalo.
¡Yo a ti te mataré luego, pero ahora voy a defender el sitio! exclamó Laura, disparando un par de dardos por la ventana, no se sabía dónde, pero si le daba al tío que estaba bombardeando, mejor...
¡Esto es de locos! exclamó Rafa. ¡¡Guille, deja de hacer tonterías!!
¡¡MUERTEEEEEE!! vociferó alguien. ¡¡BOUM!! Otra explosión sacudió el aire e hizo saltar a todos.
¡Ya está bien! ¡Voy a llamar a la policía! gritó Laura.
¡Muy bien, ya vale! ¡O paran las explosiones o me cargo a alguien! gritó Javi. En ese momento Guille entró por la puerta y, mirando a Marco, a Lucas, a Galindo y a Rafa, que había salido de sus escondites, les hizo un gesto, y todos juntos gritaron la consabida palabra:
¡Inocentes, inocentes!
Laura sacó la pistola thaser y la cargó al máximo.
¡Agárrame o los mato! ¡Agárrame o les meto veinte mil voltios! gritaba Laura, indignada. ¡Agárrame que me los cargo! ¡Agárrame o los asesino! ¡¡Agárrame que los liquido…!!
¡Vale, vale, Laura, déjalo! ¡¡TEMPLA!!Javi la sujetó. ¡Quien ríe el último ríe mejor! ¡Se van a enterar! ¡Por mis santos cojones que se van a enterar! les miró de reojo.
¡Mirad lo que os digo, me voy a dormir y no quiero saber nada de nadie hasta el día de Reyes! exclamó Sergio entonces. ¡Manda huevos, unos tíos ya de vuestra edad con estas gilipolleces!
Sí, coño, ¡pero es que siempre picamos! El año pasado igual…dijo Laura, que, muy enfadada, guardó su pistola.
Marco y Guille salieron de allí, riéndose a más no poder. Salieron de la sede del club a carcajada limpia.
¿Pero has visto la cara que han puesto cuando he estallado la dinamita ahí detrás? preguntaba Guille.
¡Épico, Guille, ha sido épico! reía Marco.
Pero en ese instante una nueva figura llegaba…
¡Anda, mira, los frikis! ¿Qué hacéis aquí? ¡Largaos, anda, largaos!
Hombre, el matón de instituto, Juan Suárez… ¡Feliz Navidad! ¿Vas a entrar? preguntó Guille, al que se le saltaban las lágrimas de la risa.
¡Sí, voy a entrar porque estos imbéciles me deben varias explicaciones! ¡Sobre todo el paleto del presidente! ¡Y apartaos de en medio! ¡Ya os estáis largando, venga! chilló Suárez. Apartó a Marco de un empujón ante las protestas de Guille y las del propio Marco. Juan llevó el dedo al timbre. Y a continuación…
¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!
La instalación eléctrica de la ADICT pegó un chasquido de agárrate y no te menees. Los ordenadores que estaban encendidos descargando algún archivo pegaron un chispazo que los fundió, mandando las transacciones al garete; las bombillas chisporrotearon; la calefacción pegó un chasquido; la televisión pegó un petardazo; las luces del árbol y del belén se quemaron y hasta saltaron los plomos para evitar una desgracia. Hasta la tostadora soltó una descarga.
¡El timbre, el timbre! ¡Han picado! exclamó Lucas, entusiasmado.
¿¿PERO QUÉ HAS HECHO, ANIMAL, SO DESUSTANCIADO?? gritó Sergio corriendo hacia la puerta junto con Laura. Javi se asomó por la ventana…
¡¡SUÁREZ!! bramó Javi, alarmado. ¡Juan Suárez! ¡Abrid la puerta! ¡Y contigo ya hablaré luego, pedazo de julai! indignado, señaló a Lucas.
Laura abrió la puerta. Guille sujetaba a Suárez, que no se tenía en pie. Suárez tenía el dedo en alto, encendido, en involuntaria parodia de E.T, totalmente negro, los pelos carbonizados y más de punta que de costumbre, soltando chispas, la ropa negra como el carbón…
Perdonad, esto estaba fuera... dijo Guille, sosteniéndolo.
Pasaron a Juan al interior del local y lo sentaron en un sofá. El pobre no podía articular palabra…

Transcurría el día. Javi y José Antonio salieron para hacer unas gestiones de la asociación y dijeron que estarían de vuelta para comer todos juntos en la misma sede de ADICT. Ya que otros días se celebran con los amigos, ¿por qué no celebrar un día en la Navidad todos juntos? Así que sobre las dos y media estaban todos sentados a la mesa. Todos excepto Javi y José, que se retrasaban quizá más de lo que habían previsto. Laura era la encargada de servir la comida, con la ayuda inestimable y desinteresada de Rafa. Un gigantesco filete para cada uno, según dijo Laura, “recién cortado por el carnicero ese que hay dos calles más abajo, que es muy bueno y tal”. Todos estaban sentados y habían empezado a comer porque se enfriaba la comida y esos dos seguían sin aparecer. A eso de las tres menos cuarto entraron por la puerta.
¡Pues no, Suárez no lleva razón! se oía a José Antonio. Si quiere dinero que robe un banco. No le doy un duro. ¡Ni rehabilitaciones ni leches! El que es tonto es tonto...
Si ya lo sé, vamos a ver, ¡pero son sólo cien euros de nada!
¿Cien euros? Si te dijera lo que pienso que va a comprarse con esos cien euros. ¡Hierba de la buena, como mínimo! exclamó José, entrando en la gran sala de celebraciones con los coloridos adornos colgando de las paredes. Javi le siguió.
¡Bonita estampa! dijo, sentándose. ¡Pedazo de filete!
El casodecía Sergio es que esto está buenísimo. No sé si es la carne o los condimentos que has echado, Laura, pero está de muerte…
Yo creo que es la carneafirmó Galindo. Y esos entremeses que has colocado… “chapó”…
Tú calla y come, que es lo tuyodijo Javi. Me voy a comer el filete y punto. Que ya sabéis que no soy de mucho comer… que eso engorda.
Oye, Lauraintervino Lucas, llevándose un gran trozo de carne a la boca. ¿Y de qué has dicho que es esta carne?
El caso es que está buena, la jodíadijo Galindo.
Galindo, espero que te refieras a los filetesdijo Javi, mosqueado.
Bueno, eso tambiénse rió Galindo.
¡Yo a ti te mato, por anormal! Javi se levantó.
¡Vale, calma, calma! exclamó Laura, viendo venir la catástrofe. Que Galindo sea un necesitado desesperado no es novedad Javi se sentó, con instintos asesinos aún. En cuanto a la carne, Lucas...
Lucas se llevó otro gigantesco trozo de carne a la boca mientras mojaba un buen trozo de pan en la salsa…
¡ES DE PERRO!
¿QUÉEE? bramó Rafa, escupiendo instantáneamente en el suelo.
¡ARGH!Galindo se empinó el refresco completo.
¡QUÉ ASCO! exclamó Sergio.
Oye, pues da igual dijo Javi, llevándose el tenedor a la boca, ¡esto está rico, rico, como dice el cocinero! ¿Qué más da que sea de perro? Te está bien, Galindo, por meterte con mi chica guapa impunemente…
¡Pero bueno! exclamó José Antonio, casi dando arcadas. ¿Y todavía dices que está bueno esto? ¡Qué asco! ¡Pobre perro!
¡Te voy a denunciar a Greenpeace! bramó Lucas, que estaba enfadadísimo.
Lo que no me explico dijo Laura, con una sonrisa traviesa en su cara es cómo podéis ser tan... ¡¡INOCENTES!! gritó. Javi se partió de risa y Sergio también. Obviamente, ya lo sabían…
En realidad dijo Laura, cogiendo una gran fuente tapada el perro está AQUÍ DENTRO.
Destapó la fuente y allí había un perro enorme…
¡JODER! gritó Rafa.
¿Pero serás asesina de animales? gritó Lucas.
Ay, hijo, ¡que es de mentira! exclamó Laura, que se desternillaba.
Pero, ¿a que ha molado? preguntó José Antonio, partiéndose de risa junto con Javi y Sergio, que estaban que no se tenían en sus asientos.
Transcurrió, sin más sobresaltos, la comida. Lucas pensaba en ejecutar su cruel venganza, pero Javi le tenía una preparada para que se dejara de tonterías. Tuvo una conversación secreta y oculta con Laura, de la que no se enteró absolutamente nadie, cuyo contenido fue el siguiente:
Grabamos una cinta con el sorteo de hoy, la rebobinamos y la dejamos en el vídeo. Falsificamos entonces el décimo con el número de Lucas. Y entonces se pensará que le ha tocado, ¿no? explicaba Javi. Lo siguiente que hay que hacer es ponerse a dar saltos de alegría, hacer que nos enseñe el billete y entonces, por accidente, ¡zas!, al fuego de la chimenea.
¡Sublime! exclamó Laura. ¿Pero no tienes un plan B?
No esta vezdijo Javi. Pero estoy seguro de que funcionará, porque nuestras conspiraciones funcionan siempre, Lauri… Ciertamente es imprescindible que Lucas no vea el sorteo hasta que esté todo listo.
Y dicho y hecho. Con nocturnidad y alevosía, mandaron a Lucas y Galindo a la calle a inspeccionar un sitio a la hora del sorteo. Laura ya se había enterado del número de Lucas con sus malas artes de espía… y Javi, con ayuda de José Antonio, falsificaba mediante un programa informático el décimo, para que resultara exacto al de Lucas. Ni por asomo había tocado el número en el sorteo, pero eso lo sabían ellos, que lo habían visto en directo a las nueve y media de la noche. A las diez empezó a llegar la plana mayor de ADICT para la última reunión del día 28 de diciembre. Cuando Lucas y Galindo volvieron de la calle, estaba la cinta de vídeo preparada, el décimo encima de la mesa…
¿Habéis visto mi décimo del sorteo? preguntó Lucas.
Está ahí Laura señaló a otro despacho. Voy a por él…
Volvió al poco con el número.
Bueno, antes de ver cómo quedan los asuntos del maltratador de marras que está investigando Juanjodijo Javi, vamos a ver el sorteo de hoy, que he grabado por estar todos de guardia. Como sé que algunos siempre lleváis un décimo encima, lo he grabado, sí…
Apretó el botón del mando a distancia y la tele proyectó el sorteo. Lucas miraba ensimismado su número. Laura le daba un disimulado codazo a Javi a medida que iban saliendo los números.
Un sietese oía a Lucas. Un siete…
Y el siete salió, como era de esperar. Lucas se puso a dar saltos de alegría.
¡Me ha tocado! ¡Sí, señor! ¡Diez mil eurazos!
¡Déjame ver! le pidió Rafa. ¡Pues sí! ¡Exacto!
¿A ver eso? Javi lo cogió.
¡No, espera, déjamelo a mí! le pidió Laura, intentando cogerlo de la mano de Javi y empezando un forcejeo. La cosa fue a mayores cuando entró José Antonio por en medio…
¡Yo también quiero verlo! ¡Anda, dame!
Y entonces a Javi se le “cayó” el décimo a la estufa de leña, y aquél se hizo cenizas instantáneamente… Lucas les miró con instintos asesinos pero entonces Javi y Esther se pusieron de acuerdo.
¡INOCENTEEEEE!
¿Qué decís? preguntó Lucas. ¡Me ha tocado, está claro!
Sí, Luquitas, pero lo que no sabías es que había una cinta de vídeo ahí dentro José Antonio señaló el vídeo. Te la han colado.
¿Cinta de vídeo? exclamó Lucas, indignado. Abrió un cajón y sacó de él… una cinta de vídeo. ¡Sí, esta cinta de vídeo! ¡Que la acabo de sacar de ahí ahora mismo, Javi! ¿Quién es ahora el imbécil y el anormal, eh? ¿Es que no sabíais que hoy retrasaban el sorteo por ser el especial del día de los inocentes y era una hora más tarde? ¿Eh?
Javi y Laura se miraron estúpidamente, con cara de besugo, sin saber qué decir. Pero si habían visto el sorteo y lo habían grabado, ¿cómo era posible que…?
Entonces Lucas, viendo la cara de desolación que habían puesto, les gritó:
¡Ja, ja, ja! ¡Habéis picado! ¡Inocentes! ¡Inocentes! ¡Ja, ja, ja!
José Antonio se desternilló instantáneamente de la risa, sin saber qué decir. Rafa miraba al techo y decía “¿qué he hecho yo para terminar rodeado de piraos?”, y Juanjo se mantenía sereno, como de costumbre, pensando en que todo aquello era una locura y acabaría como el Rosario de la Aurora.
¡Nunca jamás! exclamó Lucas, mientras se dirigía a la puerta. ¡Nunca jamás oséis desafiar al rey!
Lucasdijo Javi. ¿Quieres que te diga una cosa?
Sí, hombre, dila, que me ríadijo Lucas.
No te atrevas a salir de aquídijo Javi. Porque grandes amenazas se ciernen... sobre... tu... cabeza enfatizó las últimas tres palabras.
¡Sí, ya! exclamó Lucas. ¡Me largo, ahí os quedáis! ¡Pringaos!
No, ¡por favor, no lo hagas…!le dijo entonces Laura, en tono de súplica.
¡Soy el rey! iba diciendo Lucas.
¿Te digo quién es el rey? ¿O mejor dicho, los reyes de las bromas, Lucas?
No hace falta, Javi, ¡no hace falta, ya me lo sé, mis muertos en vinag…! entonces abrió la puerta para salir a través de ella y un cubo repleto de agua sucia le cayó encima de la cabeza. Todo el club se desternilló de la risa instantáneamente. Javi pasó por su lado, junto con Sergio y con Laura, y le dio a Lucas unas palmaditas en el hombro.
Eeeeeeeso es, Lucas, tus muertos. Tus muertos en vinagreta son los reyes de los inocentes, Lucas. ¡Tus muertos en vinagreta! Ah, y ¡nunca jamás! Nunca... jamás... oses desafiarme a mí…

Y así terminó este glorioso día de los inocentes, en el que nunca nadie supo si el cubo de agua lo había puesto Laura, o Javi… ¿o tal vez fuera Juanjo, que miraba a Lucas de una manera muy sarcástica, como nunca jamás lo había mirado? Quién sabe…

sábado, 29 de junio de 2013

La casa


En las últimas semanas, en la sede de la Asociación de Investigación Cartagena, se había disfrutado de una paz poco usual. Parecía que los delincuentes se habían ido de vacaciones al mismo tiempo. Era eso o que la policía actuaba sin dejar a los chicos nada que hacer. Así, Rafa podía dedicarse tranquilamente a estudiar, junto con Galindo o con Lucas, y preparar los últimos exámenes, ya que junio se acercaba, implacable, y los chicos no querían suspender por nada del mundo. Así que mientras todos estudiaban, Javi, Laura y José Antonio se hacían cargo de la poca tarea que les llegaba.
Ese mismo viernes por la mañana la tranquilidad se iba a truncar. En cuanto la puerta principal fue abierta, un hombre entró al recibidor y se dirigió directamente hacia los chicos.
Buenos días saludó Javi.
No tienen nada de buenorespondió el hombre. Necesito ayuda y la policía no me hace caso.
Típico.
Le invitaron a pasar al despacho de presidencia.
Bien Javi se sentó, y Laura y José Antonio hicieron lo mismo. Siéntese, por favor. Cuéntenos por qué está tan alterado.
De acuerdo. Verán, mi nombre es Emilio Torres. Vivo desde hace poco cerca del puerto, en una casa que alquilé hace cosa de una semana. Parecía todo muy tranquilo, pero no pasé ni dos noches allí cuando empezaron a ocurrir cosas muy extrañas.
Defina “cosas muy extrañas”le pidió Laura.
Extraños gemidos por la noche. Sombras extrañas que vagan por la casa. Incluso me pareció ver a alguien merodeando por allí a eso de las tres y cuarto de la noche, cuando uno de esos extraños gemidos me despertó de improviso.
Es extraño, sin duda… dijo Javi. ¿Dónde está situada esa casa?
La calle que pasa por encima de la muralla de Carlos III, ¿sabéis cuál os digo? los tres asintieron. Pues allí. ¿Pero dónde va?
Javi se había levantado de su asiento y escudriñaba en el ordenador un fichero sobre los alquileres de los apartamentos y pisos de Cartagena, y parecía que había encontrado algo.
Ajá… pues parece que no es usted el único al que le parece que pasen cosas raras ahí. Tengo constancia de dos alquileres previos. El primero, hace tres años. Un tipo alquiló la casa durante dos semanas y se largó de improviso. La siguiente, una familia que se fue a vivir allí y estuvo veinte días. Se largaron todos también sin explicación. Lo que me lleva a que es cierto que pasan cosas raras allí, porque si no, nadie se explica las espantadas.
Me van a ayudar, ¿no?
Claro… dijo Javi, distraídamente, cerrando el archivo. Se conocen varios casos de casas embrujadas en el mundo, pero que haya una aquí no entraba dentro de lo que yo supiera. Jamás se me habría ocurrido pensarlo.
¿Qué vamos a hacer? preguntó Laura.
Pasaremos la noche en la casadijo Javi, con tranquilidad. ¿Hay algo más que quiera añadir?
Bueno, es curioso, cuanto menos dijo Emilio Torres. Los extraños ruidos comenzaron en la planta de arriba, en la habitación contigua a mi dormitorio. A la segunda noche de ruidos me trasladé al piso de abajo y los ruidos me persiguieron. Ahora duermo en el salón, y aunque la pasada noche no ocurrió nada, sigo teniendo miedo.
Está acojonado, vamos… dijo Javi.
Exacto. Esa es la palabra.
Qué fino eresle espetó José Antonio.
Me has entendido, ¿no? Nos vamos a la casa, los tres. Dormiremos allí esta noche y las sucesivas. Bueno, no pienso dormir en toda la noche porque voy a averiguar quién o qué produce esos ruidos.
Me dan miedo las casas embrujadasdijo Laura.
Javi pensó, rápidamente.
Si partimos de la hipótesis de que algo o alguien produce ese ruido para echar a los inquilinos de la casa, no hay nada que temer. Y si los quiere echar, es por algo. Algo que esconde, tal vez.
Emilio Torres les dio un plano de la casa y señaló.
Planta baja. Por aquí se entra. El recibidor. Al fondo, el salón, y aquí la cocina. Un dormitorio y aquí un trastero. Dos baños, uno aquí y otro aquíseñaló con el dedo. Y aquí la planta de arriba. Una terraza. Mi dormitorio es este, y la habitación contigua es esta otra. Ahí es donde oí los ruidos la primera noche. En la escalera es donde vi al fantasma, mirándome fijamente con sus ojos rojos…
¿No se ha parado a pensar que en vez de un fantasma es algún imbécil con lentillas rojas que produce los ruidos y que sólo quiere asustarle para que se largue de la casa? preguntó Javi.
Emilio quedó en silencio.
Pues… no lo había pensado…
De todas formas iremos esta noche a vigilarresolvió el presidente de ADICT.
Laura tragó saliva. No le gustaba nada la idea.
Sabéis dijo Jose Antonio, no me atrae la idea de pasar una noche con vosotros de sujetavelas, porque me da que vais a hacer más ruido con la cabecera de la cama que el fantasma cuando se asome por…
¡Cállate ya! bramó Laura. Siempre estás igual…

A las diez de la noche los tres chicos habían llegado a la casa. Javi escrutó atentamente cada palmo de la planta baja. Parecía todo normal. Subió las escaleras. Un único pasillo comunicaba con las habitaciones. Entró a la habitación donde se producían aquellos extraños ruidos. Estaba sencillamente amueblada, tan solo una cama, una mesita de noche y un armario empotrado bastante grande. Javi miró el armario. Luego, salió al pasillo y miró la pared tras el armario. Volvió a entrar a la habitación y dirigió de nuevo su mirada al armario.
Curioso.
¿Curioso? ¿No has visto nunca un armario o qué? preguntó José Antonio. ¿Qué crees, que lleva a Narnia, o algo?
A Narnia sí que te voy a mandar yo, pedazo de zopencodijo Javi, distraídamente, sin dejar de mirar el armario. Bien, cenemos algo y vayámonos a dormir…
¿Dónde dormiremos?
En la habitación de al lado. Id bajando a la cocina. Enseguida voy…
Laura y José Antonio bajaron a la cocina. Javi se quedó en la habitación, mirando el armario como si no hubiera visto uno en su vida.
Juraría que... o no… pero puede ser que… hum… murmuraba, para sí. En fin…
Dejó la habitación y se dirigió a la cocina. Se prepararon la cena y a eso de las once se acostaron.
¿Me despertáis sobre las tres? preguntó Javi.
¿Estás loco? replicó José Antonio, metido en una cama plegable que habían puesto al lado. ¿A las tres nada menos, loco?
Oye, peores cosas se han visto…
Yo te despiertole dijo Laura. ¿Pero para qué?
Oh, ya lo verás.

Así hizo Laura. Puso un despertador a las tres de la mañana, que sonó, despertando a los chicos a esa hora.
Tengo sueñose quejó José Antonio.
Cállatedijo Javi, en voz casi inaudible. Si mis cálculos son correctos, y suelen serlo, dentro de diez minutos a través de ese tabique, que separa nuestra habitación de la contigua, podremos oir el ruido al que se refiere nuestro amigo Emilio.
El único ruido que llevo oyendo yo toda la noche son tus ronquidos dijo José Antonio.
Pero si yo no ronco…
Joder que no, pareces un armadillo en celo.
¿Armadillo en…? ¿Pero eres tonto?
Ah, callaos de una vez, parecéis un matrimoniose quejó Laura.
Y entonces se oyó. Un ruido, un siseo que provenía de la habitación de al lado. Los tres quedaron quietos. Pero entonces, agarrando su arma, Javi saltó de la cama y entró en tromba a la habitación de al lado. No salió de su asombro cuando se la encontró vacía. Laura le había seguido.
¿Qué esperabas encontrar? preguntó.
A alguien respondió él, que parecía desconcertado. Miró de nuevo hacia el armario, ceñudo. En esta habitación había alguien. Me juego lo que sea. El ruido ha parado en cuanto he salido al pasillo, ergo quienquiera que lo estuviera haciendo se ha largado.
¿Pero cómo puedes saberlo? Mira a tu alrededor, no hay nadie.

Volvieron a su dormitorio. Javi seguía con expresión de desconcierto. José Antonio dormía como un tronco. O eso parecía.
Qué gran ayuda eres, tío… dijo Javi.
Volvieron a dormirse. Así fue la primera noche en la casa. Pero la segunda noche fue igual. Exactamente igual. Sobre las tres, se oyó aquel siniestro ruido. Javi saltó de su cama y entró a la habitación contigua en tromba, encontrando que no había nadie allí.
¿Y si son fantasmas? preguntó Laura.
Estupideces. Hay casas encantadas en el mundo, es cierto, pero esta no es una de ellas. Estos ruidos son provocados.
Y se oyó un siseo justo en la planta de abajo. José Antonio llegó a la habitación.
Eso viene de la habitación justo que hay debajo de esta en la que estamos ahoradijo.
¿Estás seguro?
Totalmente.
¿Te quedas aquí y le atizas a cualquiera que entre?
Por supuesto…
Javi salió disparado escaleras abajo, pistola en mano. La escalera estaba despejada. Pero abajo no había nadie. Echó un vistazo a la habitación que había justo debajo del cuarto donde se habían producido los ruidos y de la que, según José, había surgido el ruido por última vez.
Esto es delirante se dijo Javi. Ya sé qué haré mañana…

Al día siguiente se despertaron temprano y desayunaron. A eso de las once Javi cogió una cinta métrica y comenzó a medir habitaciones como un loco, de ancho y de largo, tanto por dentro como por fuera de la casa.
¿Qué le pasa? preguntó Jose Antonio.
Habrá encontrado algo. O eso o se ha vuelto loco.

Dos horas después, antes de comer, Javi estaba visiblemente satisfecho.
¿Qué pasa? preguntó Laura.
Chica guapa, lo tengo. No hay fantasmas aquí, eso te lo aseguro. Esta noche lo comprobarás. Y ahora, disfrutemos del resto del día tranquilamente.
Oh, sí que hay fantasmas aquí, tú eres uno de ellosdijo José Antonio, con desdén.
Eres muy gracioso, pero le tengo que dar las gracias a tu oído comentó Javi, con deje de misterio.

Esa misma noche, a las dos y media, Javi se levantó.
Laura, en cinco minutos ve a la habitación de donde proceden los ruidos. José, en cinco minutos tú ve a la de abajo. La que oíste ayer. ¿Vale?
Claro como el aguadijo Laura.
Javi salió de la habitación. Dónde fue, no lo sabían Laura ni José, pero cumplieron la orden. A las tres de la mañana, nada ni nadie produjo ningún tipo de ruido siniestro. Por el contrario, se oyeron golpes que provenían de alguna parte y, de pronto, Javi salió por el armario empotrado de la habitación que vigilaba Laura con un tipo a rastras. El hombre llevaba una grabadora y un amplificador de sonido en las manos.
He aquí al fantasmón de cementeriodijo Javi, lanzándolo despectivamente contra la cama. El hombre cayó bocabajo, aturdido. ¡José, sube!
José Antonio subió al dormitorio.
¿Pero qué… cómo…? Laura estaba desconcertada.
Me llamó mucho la atención un armario empotrado aquí, por eso me quedé mirándolo. Y más aún cuando vi el de abajo, que coincidía exactamente en posición con este. Estaban justo uno encima del otro. Y fíjate en las medidas interiores de la casa, que anoté esta mañana sacó un papelito arrugado del bolsillo. Compáralas con las exteriores. Éstas son mucho más grandes. Eso me dio pie a pensar que dentro de la casa había algún paso secreto. Más concretamente, estos extraños armarios, que son en realidad un ascensor secreto que comunica el piso de abajo con el de arriba. Este miserable no tenía más que entrar por las noches, hacer ruidos y espantar a los inquilinos. Y con eso la casa queda embrujada.
¿Pero por qué iba alguien a hacer eso?
Porque este desgraciado ha estado usando la casa como escondite de los botines que roba poco a poco. Un día un poco de un súper, otro día otro poco de la tienda de los chinos, y poco a poco, día a día, y mientras consiguiese mantener la reputación de casa embrujada y que nadie se acercara, podría seguir con sus pequeños robos y guardarlos todos en alguna parte de esta casa. Más concretamente en un hueco de este ascensor tan majo que se ha improvisado con los armarios. Si los inquilinos de la casa no se iban del susto, entraba en sus habitaciones con unas lentillas rojas y hasta arriba de maquillaje para asustarles y ya poco duraban aquí.
Sois unos metomentodoles espetó el tipo, tirado en la cama.
Y tú vas a ir a la cárcel. Creo que le podemos quitar el cartel de casa embrujada a este piso, es muy majo.
dijo Laura, creo que don Emilio Torres estará encantado de volver aquí.
José, llama a don Alfredo y que mande un par de polisdijo Javi. Creo que nos agradecerán haber resuelto otro marrón.

El dinero robado fue recuperado del hueco del armario – ascensor. No se sabe qué pasó con el ladrón, pero desde luego en Cartagena no se supo más de él. Emilio Torres volvió a la casa y la ADICT se apuntó otro éxito más que añadir a su lista.

domingo, 26 de mayo de 2013

Academia Alarcos

La Academia Alarcos de Magia y Hechicería se halla situada en la Comunidad Autónoma de Madrid.

Fue fundada a finales del siglo XIX o principios del siglo XX por cuatro magos: Arturo Ablanedo, Sergio Sellarés, María Manrubia y Victoria Villasierga, que decidieron repartirse las tareas docentes de la Academia.

Ablanedo se dedicó a la enseñanza de hechizos defensivos y de combatir a las Artes Oscuras y la Nigromancia en todas sus variantes, además de inculcar los conocimientos de la Historia de la Magia a todos los alumnos; Manrubia se encargó del Departamento de Transformaciones; Villasierga se ocupó de enseñar Encantamientos; por último, Sellarés fue el maestro de Pociones.

Cada uno tenía sus funciones definidas, pero el colegio lo llevaban entre todos. Decidieron hacer cuatro grupos entre los alumnos y ser cada uno tutor de un grupo. Así fue como nacieron las cuatro casas de la Academia Alarcos, que llevaron el nombre de los cuatro fundadores, imitando el proceder que los fundadores de Hogwarts habían tenido 900 años atrás.

Sellarés siempre fue el más reacio a inculcar los valores mágicos en los hijos de no - magos. Siempre se opuso a que magos y muggles convivieran en el mismo mundo y por ello creó un proyecto utópico que jamás pudo llevar a cabo y al que Ablanedo se opuso firmemente: la creación de un sub-mundo, un mundo paralelo en el subsuelo de la Tierra en la que los magos podrían vivir sin preocuparse de guardar secretos ni teniendo el cuidado necesario para que ningún muggle les viera haciendo magia. Así surgieron las desaveniencias entre Ablanedo y Sellarés, mientras que Manrubia y Villasierga intentaban poner paz entre ellos, sin éxito.



Actualmente la Academia Alarcos sigue impartiendo sus clases y sus cuatro casas se mantienen inalteradas. Flanagan Jeffery Westerman es el actual director de la casa de Ablanedo; el profesor de Transformaciones Gregorio Alcantud es director de Manrubia; el profesor Juan Miguel Atiénzar es director de Villasierga y don Alberto Saura, maestro de pociones, es director de Sellarés. Todo ello bajo el decanato y dirección general del profesor Marcos Escorpio y de un grupo de profesores que trata de guiar a los alumnos por el buen camino.

Sobre los escudos de las cuatro casas de Alarcos:
  • El escudo de la casa Ablanedo es gris y rojo, con dos espadas cruzadas sobre un lince ibérico dorado.
  • El escudo de Villasierga tiene un fondo a franjas diagonales de dos tonalidades alternadas de naranja, con un cóndor en el centro, rodeado por un marco plateado.
  • El escudo de Manrubia tiene un fondo liso y uniforme de color amarillo. Sobre él, la figura de un oso pardo es su animal característico.
  • El escudo de Sellarés es de un color verde vivo con algunos detalles en azul. En su fondo destaca como animal un zorro rojo sobre el que se cruza una varita mágica.